domingo, 8 de mayo de 2011
La muerte de florentino ballestero
Ojeando por la red encontre este esquisito documento:
Pocos artistas han conmocionado a Zaragoza con su muerte como lo hizo en 1917 Florentino Ballesteros. Aragón le adoraba, porque era el prototipo del joven que, de la nada -el abandono, el hospicio, la enfermedad-, había conseguido elevarse a la gloria. En la primera década del siglo XX, cuando los toros eran el principal entretenimiento social, los logros de Florentino andaban en boca de todo el mundo. Los aficionados aragoneses le habían seguido como espontáneo cuando saltaba al ruedo, como banderillero, como novillero y, finalmente como torero. Tomó la alternativa en abril de 1916, en esa temporada hizo 63 corridas y en abril de 1917 sufrió dos cogidas en el pecho. La primera en Morón, la segunda, mortal, en Madrid. Así lo contaba HERALDO el 24 de abril:
El toro de Benjumea que ha herido a Ballesteros se llamaba ‘Cocinero’, era berrendo en castaño y cornalón. Florentino se abrió de capa frente a los tendidos del diez. Al dar el tercer lance fue empuntado por el pecho. Le alcanzó el toro con el pitón izquierdo y después de campanearlo rudamente lo despidió con gran violencia. Levantóse muy pálido y en brazos de las asistencias fue conducido a la enfermería.
Poco después un alguacil salió al callejón, diciendo que el torero tiene una cornada encima de la tetilla derecha. La cogida produjo tremenda emoción en el público. Desde el primer momento se advirtió
que Florentino tenía una cornada grave.
A poco de entrar en la enfermería el herido, recobró el conocimiento. Con gran ansiedad le preguntó al médico que le operaba:
-¿Es muy grave esto, doctor?
El doctor, para animarle, le contestó:
-Esto es muy poca cosa. Déjate curar y no pienses en nada.
El herido soportó la cura con gran serenidad.
El médico hizo salir de la enfermería a todos los que en ella se hallaban, menos a Amado, el mozo de estoques. Florentino le dijo:
-¿Has visto qué mala suerte?
-Mala, muy mala. Pero ¿qué le vamos a hacer? Son gajes del oficio.
-¿Tú crees que, como dice el médico, no tiene esto importancia?
-Ninguna, hombre, ninguna.
Y al pobre Amado casi se le arrasaban los 0jos.
Ballesteros insistió:
-Pues a mi me parece que esto es grave. No me engañes. Díme cuanto te haya dicho el médico; todo lo que tú hayas podido leer en sus gestos.
Amado procuró persuadirle de que el percance no tenía importancia alguna y terminó diciéndole:
-Calla, porque lo que más te conviene es callar.
A las siete y media, en vista de que el herido estaba algo más animoso y tranquilo, siempre dentro de la gravedad, se dispuso su traslado a la Fonda de los Leones, que es donde ordinariamente se hospeda. Iban delante de la camilla dos guardias y cuatro a cada costado de ella. Seguíanla un grupo de más de 500 personas. En el camino no sufrió el herido la menor molestia. Tres veces se detuvo la camilla y los practicantes que le daban escolta tomáronle el pulso al torero comprobando que no sufría su estado alteración ninguna. A la puerta del hotel se había estacionado un nutrido grupo de curiosos. Florentino solía ocupar, siempre que venía a Madrid, el cuarto entresuelo número 7. Esta vez se habían instalado en el 47 del piso principal. Los mismos mozos de la enfermería lo extrajeron con todo cuidado de la camilla y lo acostaron en el lecho. Ballesteros daba muestras de gran abatimiento. No habló palabra ni parecía darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.
Apenas unas horas después Florentino Ballesteros cerraba los ojos para siempre. Su carrera como torero no pudo ser más fulgurante: apenas un año, tiempo en el que se labró fama de torero estilista, no desprovisto de valor. Como siempre pasa en estos casos, surgen muchas dudas que no llevan a ningún sitio. Con los adelantos médicos actuales, ¿hubiera salvado la vida? Quizá sí , quizá no. En cualquier caso, no parece muy normal, después de una cogida de esas características, que se envíe al herido a reponerse a una fonda. En fin.
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Florentino Ballesteros tuvo una etapa de novillero memorable en Zaragoza en pugna con Herrerín, quien no llegó a tomar la alternativa porque antes lo mató un novillo.
ResponderEliminarLa muerte de Florentino se lloró en toda España y no te extrañe que muriera en el hotel pues en aquellos años esa era la costumbre. Seguramente hoy se hubiera salvado. Fue muy amigo de Joselito El Gallo y tuvo un hijo que también fue matador de toros.
Gracias por la noticia.