miércoles, 20 de junio de 2012

Protestas en el Tiemblo con escándalo en corrales III

Queridos lectores, para no extenderme en los comentarios y cansaros de tantas entradas, iré al grano comentare lo sucedido en la tarde. Resulta que con calor y buen tiempo dio lugar la corrida mixta con una media entrada aceptable. Y al acercarse a la plaza los asistentes se encuentran en la puerta de entrada a los tendidos un dichoso cartel indicando la devolución del novillo por orden de la cuadrilla de Pedrito el novillero local, sustituyéndose por el sobrero, un castaño nada despreciable. Los que leyeron el cartel ya estaba con la mosca detrás de la oreja, dando comienzo al run run que más tarde se convertiría en ran ran catacran. Comenzó la corrida y lidiándose los primeros toros, parecía que todo transcurría con normalidad, aunque los ojos de toda la plaza estaban en lo que pasase con Pedrito. Salto el primer novillo y “el valiente novillero” lo recibió con el capote estando decente según cuentan los asistentes. Se pico al toro con su correspondientes protestas y con la muleta no hubo desastres, descabellando al animal sin dificultades. La gente comentaba; ¡Joder este chico parece que ha cambiado! Qué victorioso hubiera salido el novillero, si hubiese terminado en ese novillo la tarde. Pero no fue así, el segundo novillo salió con más gas y parece ser que ya andaba con precauciones el chaval. El susurro sobre la desaparición del novillo negro, empezó a convertirse en dudas, preguntas y protestas. Uno decía; ¡Pero si había un novillo negro! Otro comentaba; ¿qué pasa nos estáis tomando el pelo? El caso que el cornúpeta bien oculto lo tenían. Salió el varilarguero con intenciones de ya saben ustedes, y colocando el toro el subalterno David Adalid dio comienzo el combate. Unos decían que tomo tres varas, otros que cuatro, otros que el novillero mostraba con la mano el numero tres, y la mayoría de la plaza soltaba culebras, sapos, rayos y truenos por la boca. El valiente sulbarteno se llevo todos los honores del respetable por la lidia que le toco hacer, mientras que el novillero dejaba que el mochuelo lo llevaran otros. Los triunfadores de las fiestas fueron los banderilleros David Adalid y el compañero de reiletes. Según cuenta medio pueblo pusieron tales pares de banderillas con el encastado novillo, que la gente no veía fin en el aplauso. Fue tan bello como emocionante, ya que si nos por un quite a tiempo uno de ellos casi aparece en el cerro guisando. Después de fracasar en el intento de asesinato, el noble y encastado novillo empezó a enfurecerse, más y cada vez ante el serial de mantazos, trapazos y latigazos que su enemigo le ofrecía. Tal fue la furia que a punto estuvo de constarle un disgusto al novillero. De la cornada se libro pero no de la tremenda bronca que de los tendidos el respetable le ofrecía, con toda razón. Ni las peñas, ni los niños, ni los grandes, ni los chicos, mujeres y hombres, podrían hacer cambiar la opinión que tan conjuntada estaba, gritando todos a uno ¡Muchacho retírate! Después de no querer ver al novillo y para colmo el novillete es sacrificado con un horrible sartenazo. Los asistentes estaban que fuegos de mil demoños echaban por la boca, que si de otros tiempos se tratase, con mucho orgullo hubieran sacado a este “valiente novillero” a hombros con destino al pilón más cercano. No obstante fue despedido con una sonora pitada, colgando un cartel en la puerta de la plaza. Se cierra este gallinero por falta de huevos.

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