Para poder apreciar una corrida de toros, lo primero que
tenemos que tener en cuenta es el trapío, la seriedad del animal, que inda
miedo y respeto. Y parece ser que la
empresa Taurodelta esa serie de detalles le tiene sin cuidado, con tal de
ahorrarse unos cuartos.
Corrida de desigual
presentación, metiendo dos animales
impresentables en tercero y cuarto lugar.
Blandas en el acero pues tomaron
cinco varas de verdad por ocho refilones más un tumbo. Casi todos los bichos se
dejaron, aunque faltos de transmisión y nobleza en abundancia a excepto del
segundo que estuvo más encastado.
El Cid pierde el rumbo y desciende a
los infiernos, abusando de la mala colocación y pico de la muleta.
Adame es un chaval voluntarioso,
aunque poco artístico. Bien con el capote pero mal con los aceros. Oreja sin
protestas, tras haber pinchado y escuchado un aviso. Mal en entender los
terrenos del bicho, sacando el manso a las afueras.
Juan
Pablo Sánchez pareció tener buen estilo con su primero, pero todo se esfumo cuando llego el
segundo. Obeteniendo una faena de
enganchones y muy fuera de la cara del toro.
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