viernes, 5 de noviembre de 2010

TANTA LECHUGA YA CANSA


No creo que nuestro ayto de El Tiemblo este bien alumbrado en conocimientos taurinos, no viendo más novilleros que Pablo Lechuga. Seria objetivo de una buena reflexión y hacer entender a los desorganizadores de festejos taurinos que este novillero que ya es matador de toros ya cansa. Ya son muchas observaciones y que vienen ha argumentar lo que ahora mismo comento. En el difícil mundo de la tauromaquia uno viene hacer lo que puede y si viene de buena voluntad y con ganas siempre será respetado. Pero lo que no se debe hacer es ir a engañar y hacernos ver lo que no es, y en eso Lechuga es un experto. En las pasadas ferias ya lo dejo latente con aquel colorado de Jaral de la Mira, que dio las órdenes al picador para que le atizara un hermoso y traicionero puyazo en la paletilla. De esta forma elimino parte de la movilidad del animal y con esta consecuencia pudo hacer su recital de tiro de muleta, rodillas en tierra, arrimones de cobarde y faenas del todo a cien. Todo hubiera cambiado si el animal fuera bien picado. Otro alarde de su tauromaquia engañosa es aquella tarde cuando se enfrento a los hermosos novillos de Guadaira en Madrid, que por la casta que tenían estos novillos se dieron pocos arrimones, utilizando el toreo de lejanías y brazo largo o como la novillada de Alcurrucen que bien les cambio los terrenos a los bichos para esconderlos.

Pero lo que colma el baso, es otra cosa. Ustedes si son observadores podrán darse cuenta de las novilladas que ha toreado Pedrito en San Martín. Pues que yo sepa muy poquitas o casi ninguna. ¿Y porque nuestro Ayto tiene que dar contratos a quien no se merece? . O mejor dicho, ¿Por qué torea Lechuga en El Tiemblo y Pedrito no lo hace en el pueblo de Lechuga (San Martín de Valdeiglesias)?. Pues no se preocupen que lo mismo nos le meten en una de esas falsas corridas de nuestro pueblo. Así es nuestra desgracia, mientras que el desorganizador del concejal de festejos da trabajo a quien no debe, otros concejales le cierran la puerta a nuestro novillero.

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